No me parece que la gran mayoría de mis “amigos” en Facebook sepan quién es Jeffrey Cole. Si así fuera, me atrevo a decir que algunos no simpatizarían mucho con este experto en redes sociales y medios de comunicación en Internet. En un foro de mercadeo digital celebrado hace unos meses en Sídney, Australia, se atrevió a pronosticar que dicha red social no sobrevivirá más allá del 2015. Es decir, que según él, a Facebook le restan, en el mejor de los casos, cuatro años y seis meses de vida.
Para muchos sus declaraciones carecen de sentido y fundamento, pero lo cierto es que la palabra de Cole tiene crédito desde que vaticinó la merma en popularidad que tendría MySpace tras el auge que fue cobrando el gran regalo que nos ha hecho Marck Zuckerberg. Parece ilógico pensar que desaparecerá una red social que a esta fecha cuenta con 500 millones de usuarios en todo el mundo. Pero según sus comentarios, Facebook será víctima de un olvido paulatino, sencillamente porque vendrá una evolución que propiciará el que nuevas redes sociales más específicas cobren mayor protagonismo.
El solo hecho de pensar en esta posibilidad, me atrevo a decir, le provocará desvelo a quienes han convertido a Facebook en su nueva plaza pública, en el espacio por excelencia para socializar y compartir información con amigos y conocidos.
Lo cierto es que esta red social goza de un nivel de popularidad inimaginable, aunque en ciertos lugares se hace ya evidente cierto recelo al respecto. En Francia, por ejemplo, está prohibido desde el pasado fin de semana mencionar las palabras Facebook y Twitter en la radio y la televisión, pues el Consejo Superior Audiovisual, que controla la normativa de ambos medios informativos, considera que hacerlo le regala “publicidad clandestina”. No creo que esta medida perjudique mucho a la red social, como tampoco pienso que la mayoría de los usuarios se tome en serio el irreverente pronóstico de Colen.
Lo que sí se hace predecible es que ahora es Facebook, pero más adelante será otra la moda. Nada dura para siempre, y menos en el siempre cambiante mundo de la tecnología web. Ya aparecerá una red social con mayores atractivos para las tantas personas –demasiadas, me parece a mí- que están fascinadas con la posibilidad de ponerle fin a su anonimato y vivir el instante de fama que le regala cada actualización que hacen en su muro. Ya lo dijo Neil Postman en sus cinco advertencias sobre el cambio tecnológico, que tendemos a hacer de los medios algo mítico. Y usa el término mítico citando al crítico literario francés Roland Barthes, respecto a la tendencia común a pensar en las creaciones tecnológicas como si fueran creaciones divinas, como si formaran parte del orden natural de las cosas.
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