lunes, 4 de julio de 2011

"Más falso que un amigo de Facebook..."

Pido disculpas. Si eres uno de mis “amigos” en Facebook y hace tiempo que no recibes noticias mías, no lo tomes personal. Más bien, le echo la culpa a la falta de tiempo. O, quizás, al hecho de que nunca te he visto en persona, a que no te conozco, a que la única referencia que tengo tuya es la información que has escogido desplegar en tu perfil (y no sé si creerla, pues la has seleccionado a juicio de crear una buena impresión. ¿O pondrías algo que te haga deslucir?)
Cuento a esta hora con 1,236 “amigos” en la red social. No llevo el conteo a diario, es sólo que quise ir al detalle luego de encontrar en una página web los resultados del estudio denominado Pew Internet & American Life Project, a través del cual se investigaron y analizaron las relaciones sociales en la red azul. Conclusión: Por cada 100 amigos en Facebook a siete de ellos no los conocemos en persona. Se agrega, además, que dos de cada diez de nuestros seguidores son amistades de nuestra época escolar, el 12% familiares lejanos, uno de cada diez son compañeros de trabajo o de la universidad  (9%),  amigos de amigos (7%) o vecinos (2%). De este panorama es que sale la frase que corría por Twitter  “eres más falso que un amigo de Facebook”.
Así como sucede con esta simulación –la de un entorno virtual poblado de “amigos”- nos encontramos de frente con otras concepciones que han alterado la forma convencional de conocernos, saludarnos, encontrarnos y exhibirnos.  La configuración individual ahora es otra: cada quien venido a ser una especie de máquina con ansias de celebridad, de ser visto;  objetivos todos de una gigantesca publicidad que se hace del mundo a través de la tecnología y las imágenes, y que invita a mostrar sin reparos todas nuestras pasiones.
Este asunto de relacionarnos a veces se torna complicado. Mientras estemos en Facebook somos una comunidad que posee su propuesta sobre las formaciones socioculturales. Contamos con herramientas  – una foto, un vídeo o un texto- para conectar y ser conectados. Vives tu vida cada día involucrado en esta escena tecnológica. No te veo, pero me lo cuentes todo en tu “muro”. No te llamo, pero me enteras de todo lo que piensas y sientes. No te toco, pero puedo construir tu acontecer diario con sólo rastrear tu perfil.
La vida vivida adquiere en Facebook una nueva noción. Y la que nos queda por vivir, también. Es en la posibilidad de registrar la realidad de forma tecnológica donde se centra el mayor atractivo de las redes sociales. Yo lo sé. Tú lo sabes. Y nuestros miles de “amigos” también.

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